Las elecciones municipales del 28 de mayo marcaron el fin del calendario de movilizaciones en Navantia-Ferrol, cuyo eje fue una bolsa de 10 horas para realizar paros, además de otras movilizaciones sin coste, como un encierro vespertino.

Las movilizaciones empezaron en abril, con varios días de culebras (piquetes por dentro de la factoría), y se incrementaron tras la difusión, por parte de CGT, del documento con las propuestas de la empresa para el convenio: todo recortes. Se realizaron dos paros de 4 horas al inicio de la jornada, aprobados por la asamblea de trabajadores en contra de la mayoría del comité, que fueron un éxito y sirvieron para desbloquear la negociación del convenio.

Para mayo, la CGT proponía un calendario más intenso, que incluía dos paros de 24 horas, pero la asamblea solo aprobó 10 horas de paros. A pesar de la demagogia vertida para combatir nuestra propuesta (“podrían surgir situaciones que obliguen a parar muchas más de 10 horas”), al final las horas de paros no llegaron a 10. La realidad demostró lo que ya se sabía: que los otros sindicatos tienen pocas ganas de luchar.

Manifestación conjunta de Lidl, Navantia y GT Motive: un paso adelante

La movilización más importante del calendario resultó ser una propuesta de la CGT: una manifestación conjunta con los trabajadores de otras dos empresas en lucha de la comarca el 12 de mayo: el almacén de Lidl, desde hacía casi tres meses en huelga indefinida por los incumplimientos del convenio, y GT Motive, que también está negociando el suyo.

Fue un gran éxito, tanto por la participación como por el ambiente combativo y de unidad de clase que se vio. Y además, en contra de las excusas de los otros sindicatos, que decían que el perfil de Navantia se vería desdibujado, fue todo lo contrario: la manifestación tuvo un impacto mediático enorme y salió hasta en algún telediario. Es decir, la unidad y confluencia de las luchas no solo no las desdibuja, sino que las potencia.

Además, el ánimo de los compañeros de Lidl, reforzados por el hecho de que los trabajadores de Navantia, la empresa más grande y de mayor tradición sindical de la comarca, saliésemos a darles apoyo, le imprimió a la movilización una dinámica muy animada, muy distinta de la rutina habitual en las manifestaciones de Navantia. Esto también tuvo su reflejo en los discursos finales de los presidentes de los comités de empresa de Navantia y de Lidl, flojísimo el primero y rebosante de moral de lucha el segundo.

Este es el camino que tenemos que seguir, el que presiona a la patronal y ayuda a dar confianza al movimiento obrero. De hecho, es significativo que la empresa haya amenazado a CGT con restringirnos el uso del correo por, según ella, difundir “contenidos no laborales” y que “no tienen que ver” con nuestra función como representantes de los trabajadores de Navantia. Pone como ejemplo una concentración contra la reforma de las pensiones convocada por la CGT en Ferrol en abril. Evidentemente, a la empresa le molesta muchísimo el sindicalismo combativo, democrático y de clase que ejercemos; nosotros no pasteleamos.

Otros argumentos contra la propuesta de la CGT de un calendario más contundente fueron que había que ir poco a poco (se ve que no les pareció suficiente haber dejado pasar todo el año 2022 sin hacer nada, puesto que la vigencia del convenio acabó el 31 de diciembre de 2021), que mayo no era tan importante (¡siendo Navantia una empresa pública y habiendo elecciones!) y que junio era cuando había que poner la carne en el asador.

Pero ahora que toca continuar la lucha, surgió lo inesperado: Pedro Sánchez anticipó las elecciones generales. Esto tiene su importancia, puesto que Navantia es una empresa pública y la firma de su convenio tiene que ser sometida a la autorización de una comisión gubernamental. La disolución de las Cortes y la consiguiente entrada en funciones del Gobierno, sumadas a la perspectiva de un posible cambio en su presidencia por un acuerdo entre el PP y Vox, no es el mejor escenario para que la Administración tome decisiones.

Aun encima, la degeneración de la dirección de CCOO provocó que hayan perdido la visión de clase, de conjunto, y adopten una política de “sálvese quien pueda” que conduce a que solo miren por los intereses inmediatos de su factoría. El mejor panorama para que la empresa pueda jugar con unos y otros.

En cualquier caso, a los trabajadores solo nos queda un camino: la organización y la lucha. Tenemos que seguir movilizados, aprovechar todas las opciones que haya y poner todas las fuerzas en marcha para arrancar un convenio que de verdad sea un avance en nuestros derechos: que recupere poder adquisitivo y que acabe con las diferencias de derechos dependiendo de cuándo hayas entrado en la empresa, entre otras muchas cosas.

Y a medio-largo plazo, toda esta situación pone de manifiesto la necesidad de levantar un nuevo movimiento sindical que deje atrás el modelo pactista de CCOO-UGT y que impulse la unión de los trabajadores para luchar juntos por nuestros intereses comunes.


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