Los días 25 y 26 de julio han marcado un gran hito en la lucha de los trabajadores de Ryanair contra las condiciones de explotación extrema que esta multinacional aérea, conocida por el bajo precio de sus billetes, impone desde su fundación en 1985 a sus plantillas. Durante esos dos días, tripulantes de cabina de Ryanair de Portugal, Bélgica, Italia y el Estado español han realizado con pleno éxito una huelga internacional contra la precariedad de sus condiciones de trabajo.

Ryanair, una empresa organizada para exprimir a su plantilla al máximo

La principal reivindicación de la huelga es que Ryanair aplique la reglamentación laboral propia de cada país, en lugar de aplicar en todos los países la legislación laboral irlandesa, situación que facilita auténticos atropellos y genera situaciones que perjudican gravemente a las trabajadoras y trabajadores.

Por ejemplo, los trabajadores españoles de Ryanair no cotizan a la Seguridad Social española, por lo que no tienen derecho a la asistencia sanitaria gratuita del Estado español, y, a pesar de que cotizan a la Seguridad Social de Irlanda, como no son residentes en ese país tampoco allí tienen derecho a asistencia médica.

La aplicación de la legislación laboral irlandesa solo se realiza cuando le conviene a Ryanair. El salario mínimo de Irlanda, uno de los más altos de Europa, está fijado en 1.614 euros al mes, pero Ryanair utiliza todo tipo de trucos para pagar a sus plantillas salarios que no llegan ni a la mitad de ese importe. En el caso de los tripulantes de cabina, una gran parte de ellos son contratados a través de ETTs (Empresas de Trabajo Temporal), de modo que Ryanair organiza un sofisticado sistema de turnos para pagar exclusivamente las 900 horas de vuelo que cada tripulante puede realizar como máximo al año, de acuerdo con la legislación aérea de la Unión Europea. Gracias a este sistema de turnos los tiempos de descanso, los tiempos en los que el avión no está en el aire, o los tiempos de “guardia”, en los que el tripulante debe estar disponible para embarcar en cualquier momento si Ryanair lo llama, no son retribuidos.

Para redondear este montaje las dos ETTs que utiliza Ryanair, Crewlink y Workforce, son de su propiedad, a través de una serie de compañías interpuestas, como Dalmac. Esta última compañía también se encarga de organizar los cursos de formación para el nuevo personal de cabina de Ryanair. Esta formación corre por cuenta del trabajador, que tiene que pagar unos 2.900 euros por adelantado, o 3.500 si opta por que se le descuente de sus futuras nóminas, para poder acceder a un contrato de prueba que no le garantiza continuidad alguna en el trabajo.

En estas condiciones no puede extrañar a nadie que Ryanair haya sido durante muchos años la compañía aérea más rentable del mundo. Precisamente para demostrar lo bien que le van las cosas, el Presidente de Ryanair, Michel O’Leary se compró una casa de 10 millones de euros en Mallorca dos días antes del inicio de la huelga, al mismo tiempo que amenazaba con despidos masivos si la huelga seguía adelante.

La unión de los trabajadores y trabajadoras por encima de fronteras y categorías laborales puede derrotar a Ryanair

La huelga de tripulantes de cabina no es el primer conflicto laboral que afronta Ryanair. A finales del pasado año pilotos de Ryanair de Irlanda, Italia, Alemania, Portugal y el Estado español anunciaron la convocatoria de varias jornadas de huelga. Para evitarlas, Ryanair se apresuró a realizar importantes concesiones, entre ellas una subida salarial del 20% a los pilotos y un reconocimiento de sus sindicatos.

Los propietarios de Ryanair eran, y siguen siendo, plenamente conscientes de que esta primera victoria de un colectivo de trabajadores de Ryanair significaba un precedente que antes o después impulsaría la lucha de otros colectivos y la acabaría extendiendo a todos los países donde Ryanair opera. Por ello desde principios de 2018 se han esforzado por minar los derechos recién conquistados por los pilotos. Para ello han acelerado la contratación como pilotos de falsos autónomos, a los que no se les aplican las condiciones acordadas para los pilotos de plantilla.

Precisamente el primer día de la huelga de tripulantes de cabina, el 25 de julio, Ryanair anunció el despido de 300 trabajadores en Irlanda, 100 de ellos pilotos y el resto tripulantes de cabina. Con estos despidos Ryanair trata de demostrar que sus amenazas de represalias contra los huelguistas van a serio y que está dispuesta a hacer lo que sea necesario para volver a someter a sus trabajadores a las condiciones de moderna esclavitud en las que se basan sus exorbitantes beneficios.

La notificación de los despidos ha sido inmediatamente respondida por los pilotos irlandeses, que han convocado una huelga para el próximo 3 de agosto. Desde Izquierda Revolucionaria y el Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT-CWI) damos todo nuestro apoyo y solidaridad a esta enérgica y valiente respuesta de los pilotos irlandeses, y animamos a todas las trabajadoras y trabajadores de los países donde opera Ryanair a coordinar y unificar sus acciones reivindicativas, de modo que la dirección de Ryanair no pueda seguir aprovechando en su beneficio las diferencias en las condiciones laborales de trabajadores de diversos colectivos y diversos países.

Hace pocos días eran los trabajadores de Amazon en Polonia, Alemania y el Estado español los que se levantaban contra las prácticas esclavistas de esta gran multinacional. Sin duda alguna, las condiciones para una gran movilización de trabajadoras y trabajadores están madurando a gran velocidad. Después de años y años de sufrir un deterioro continuado de las condiciones de trabajo, al mismo tiempo que la acumulación de cantidades ingentes de riqueza en manos de una ínfima minoría de multimillonarios era cada vez más obscena, millones de trabajadoras y trabajadores están empezando a decir basta. Organizados y armados con un programa que combata la explotación capitalista la fuerza de la clase trabajadora será imparable.


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