Los máximos dirigentes se aferran al modelo sindical que hizo posible la corrupción en nuestro Sindicato

La historia de CCOO es inseparable de la historia de la represión bajo el franquismo. Entre 1963 y 1977 casi 9.000 trabajadores y trabajadoras fueron condenados por los tribunales de la dictadura por su participación en la organización de las Comisiones Obreras, entre ellos Marcelino Camacho y los máximos dirigentes del Sindicato encausados en el Proceso 1001. Tras la Transición, y hasta el día de hoy, numerosos sindicalistas de CCOO han sido perseguidos y procesados por los tribunales “democráticos” por su actividad sindical y su defensa de los intereses y derechos de la clase trabajadora.

Todos ellos, perseguidos bajo el franquismo y perseguidos en la “democracia”, pueden presentar sus condenas judiciales y sus estancias en comisarías y cárceles con un timbre de orgullo. Los militantes de las Comisiones Obreras comparecían ante el antiguo Tribunal de Orden Público con la cabeza muy alta, conscientes de que su única culpa era haber emprendido el camino de la lucha por la defensa de los intereses de la clase obrera. Y cuando salían de las cárceles eran recibidos con muestras masivas de gratitud y reconocimiento por su valor y su espíritu de sacrificio.

¡Qué abismal diferencia con los seis dirigentes de CCOO que están siendo juzgados estos días por su participación en el escandaloso caso de corrupción de Caja Madrid!

Seis dirigentes de CCOO, Francisco Baquero, Antonio Rey de Viñas, Rodolfo Benito, Juan José Azcona, Pedro Bedia y Gabriel Moreno, que en su condición de dirigentes sindicales y representantes de los trabajadores formaban parte de los órganos de dirección de Caja Madrid, no tuvieron inconveniente alguno en participar en el gigantesco fraude de las tarjetas black de la entidad y entre los seis se gastaron de forma irregular y presuntamente delictiva casi 800.000 euros.

Estos seis sindicalistas indignos, que hoy se sientan en el banquillo de los acusados con algunos de los mejores representantes del parasitismo capitalista, como Miguel Blesa, Rodrigo Rato o el expresidente de la CEOE y reconocido delincuente Gerardo Díaz Ferrán, no llegaron a los máximos órganos de dirección de Caja Madrid por méritos propios. Llegaron a ellos como resultado de la política de paz social, pacto y conciliación promovida por la Dirección de CCOO En el marco de esa política, CCOO se decidió colaborar en los órganos de dirección de varias entidades financieras, compartiendo con empresarios y especuladores la responsabilidad de las decisiones que potenciaron la burbuja inmobiliaria y todo tipo de operaciones fraudulentas.

El uso y disfrute de las tarjetas black fue sólo una ínfima parte de la inmensa operación de saqueo organizada en torno a Caja Madrid y otras entidades financieras. Desde las compras de acciones orientadas a favorecer determinados intereses empresariales, como fue el caso de Iberia o Indra, hasta la estafa de la salida de Bankia a bolsa, pasando por la emisión fraudulenta de participaciones preferentes destinadas a despojar de sus ahorros a los clientes o la activa participación de Caja Madrid en el endurecimiento de los procedimientos de desahucio de viviendas, la totalidad de la gestión de la entidad se orientó con plena intencionalidad a enriquecer a un clan empresarial a costa de los ahorros y el sufrimiento de los clientes y de los empleados, que sufrieron un duro ERE.

En medio de esa orgía de saqueo y corrupción las tarjetas black de los seis dirigentes de CCOO fueron solo una pequeña recompensa, como la galleta que se da al perro obediente, a cambio de que cerrasen los ojos ante la operación de saqueo que tenía lugar delante de sus narices. Fue, sin duda, un gravísimo acto delictivo. Pero es mucho peor, es mucho más grave para el futuro del movimiento obrero, que los máximos dirigentes de CCOO, que con sus políticas y sus decisiones prepararon el camino que desembocó en esta vergonzosa charca de corrupción, sigan en sus puestos y persistan en las políticas que trajeron esta vergüenza al Sindicato.

Son completamente inaceptables, además de increíbles, las manifestaciones de sorpresa de nuestros máximos dirigentes en el momento que se destapó el escándalo. Alegan con total desfachatez que no sabían nada de la existencia de estas tarjetas. ¿Tampoco sabían nada de las cuantiosas subvenciones que Caja Madrid entregaba a la sección sindical de CCOO? ¿Ignoran todavía que CCOO firmó sin rechistar un ERE con despidos en unas condiciones indignas? ¿Desconocen los dirigentes de CCOO que uno de los presuntos delincuentes que están siendo juzgados estos días, Gabriel Moreno, sigue ejerciendo tranquilamente como representante de CCOO.en Bankia?

Desde GanemosCCOO reiteramos que, a nuestro juicio, los máximos dirigentes confederales son a su vez los máximos responsables políticos de esta situación. Y en consecuencia exigimos la dimisión de toda la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO, junto con la de todos los cuadros implicados de una u otra manera en corruptelas.

Para defender a las Comisiones Obreras y recuperar su prestigio es imprescindible la realización de un debate democrático en todo el sindicato que dé el protagonismo a los afiliados y que culmine en un congreso extraordinario con delegados elegidos directamente por la base. Un debate de verdad, no como el simulacro denominado “Repensar el Sindicato”, y un debate sin sanciones, sin expedientes y sin expulsiones, como las que están prodigando cada vez con mayor asiduidad.

La única manera de combatir la corrupción es practicando un sindicalismo combativo, de clase y democrático. Sin un giro drástico de nuestra estrategia sindical, sin un retorno a los genuinos principios y métodos de las Comisiones Obreras, será inevitable que nuevos escándalos vuelvan a manchar el buen nombre de nuestra organización. Quienes deciden subordinar la estrategia sindical a la búsqueda del pacto social a cualquier precio, no podrán alegar que desconocían que la corrupción generalizada es una parte inseparable del funcionamiento del sistema capitalista y que acaba salpicando a sus todos sus colaboradores.


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