Hace dos semanas la dirección de Bosch anunció su intención de cerrar la planta de Lliçà d’Amunt, donde se fabrican mecanismos de frenado para automóviles, y despedir a sus 336 trabajadores. Este cierre se sumaría al de la planta de Castellet i la Gornal, anunciado en el mes de septiembre, y supondría dejar en la calle a más de 600 familias entre las dos plantas, a más de 1.500 sumando puestos indirectos.

Es inaceptable que Bosch, una multinacional que genera cientos de millones de euros de beneficios, tras haberse pasado años enriqueciéndose a costa de las y los trabajadores, recortando la plantilla y condiciones laborales, y recibiendo ingentes cantidades de dinero público, ¡se vayan como si nada hubiera pasado!

En Catalunya estamos asistiendo a una reconversión industrial y a la destrucción de decenas de miles de puestos de trabajo, que está afectando especialmente al sector de la automoción. Es un auténtico escándalo.

El año pasado fueron despedidos cerca de 8 mil trabajadores vía ERE en Catalunya, siendo gran parte de ellos de empresas del sector de la automoción como Saint Gobain, TE Conectivity, Continental, General Cable, etc., y este año solo en enero han sido despedidos más de mil, entre ellos los de U-Shin (antiguamente propiedad de Bosch). A todo esto hay que sumarle el cierre de Nissan y sus subcontratas y proveedores, que supone la destrucción de 25 mil puestos de trabajo.

Los trabajadores de Bosch han estado trabajando fines de semana y sufrido años de congelación salarial y precariedad. Pero todos los sacrificios de los trabajadores no han servido para mantener el empleo.

La empresa se ha sentido fuerte y se ha envalentonado para empeorar cada vez más las condiciones laborales y despedir a compañeros año tras año. Hace 15 años, en la planta de Castellet trabajaban 1.200 trabajadores y en la de Lliçà 550.

La lógica del “mal menor” y la aceptación de ataques a los trabajadores, siempre conduce a desastres. Es necesario aprender de todos los cierres que estamos sufriendo en la industria catalana, y de la experiencia de la reconversión industrial de los 80, del cierre de las minas, los altos hornos y los astilleros.

La sangría de puestos de trabajo en las plantas de Bosch demuestra la urgente necesidad de defender un sindicalismo de clase y combativo, única opción para parar los pies a la empresa y evitar el cierre.

¡Y sí hay fuerza para hacerlo! ¡Los trabajadores de Bosch tenéis fuerza para frenar el cierre! Hay que recordar cómo lucharon nuestros padres y nuestros abuelos y recuperar los únicos métodos de lucha que sirvieron y servirán a los trabajadores.

En nuestra opinión es necesario convocar una huelga indefinida en las dos plantas de Bosch afectadas directamente por este cierre, que los trabajadores la ocupen y así evitar que salga cualquier suministro de piezas en stock, extender la lucha al conjunto de plantas de la Bosch en el conjunto del Estado.

Así mismo es necesario convocar una huelga general en la provincia de Barcelona en defensa del empleo y contra la destrucción de puestos de trabajo en la industria catalana, y organizar una gran manifestación llamando al conjunto de la población a participar en defensa del empleo y del futuro industrial de las comarcas.

Sí hay una alternativa al cierre: la nacionalización de las plantas, sin indemnización, bajo control de los trabajadores y con un plan de inversión público. ¡De nada sirven las palabras vacías! ¡Si el Govern de la Generalitat y el Gobierno PSOE- UP quieren evitar la destrucción de empleo lo que tienen que hacer es nacionalizar las plantas!

De nada sirve ofrecer jugoso dinero público a potenciales empresas compradoras, que tras hacer un gran negocio cierran las plantas sin vacilaciones.

Tampoco sirven las promesas de “reindustrialización”, como estamos viendo con Nissan y de hecho ya vimos con el cierre de las minas en Asturias, donde también existía un supuesto plan de empleo y reindustrialización para las cuencas mineras y hoy son un páramo industrial sin ningún futuro que ofrecer.
Una reindustrialización de la mano de los mismos empresarios que cierran sin miramientos y que nada les importan las miles de familias afectadas, es papel mojado. Es el viejo cuento de siempre, que hemos visto una y otra vez cuando se produce el cierre de algunas grandes empresas.

La nacionalización de las plantas de Bosch es perfectamente posible y permitiría seguir fabricando piezas de la automoción y mantener los puestos de trabajo, realizando las adaptaciones en la cadena de producción necesarias para recuperar la capacidad de productiva y los centenares de empleos perdidos y asegurar una producción según las necesidades sociales y criterios ecológicos.

Desde Izquierda Revolucionaria, Sindicalistas de Izquierda y el Sindicato de Estudiantes mandamos todo nuestro apoyo y solidaridad a los trabajadores de Bosch en lucha. Ánimo compañeros, ¡sí se puede evitar el cierre! ¡Fuerza y adelante! ¡Ni un paso atrás!

¡Bosch no se cierra!

¡Nacionalización de las plantas para mantener el empleo!


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