Por la nacionalización sin indemnización de Alcoa y Vestas

El 17 de noviembre está convocada una huelga general de 24 horas en la comarca de A Mariña. El objetivo de esta huelga convocada por CIG, CCOO y UGT es reclamar un futuro digno para una comarca especialmente golpeada por el agónico proceso de desindustrialización, que además arrastra un atraso endémico en lo que a infraestructuras se refiere y un alarmante deterioro de los servicios públicos fundamentales.

Basta de abandono de los servicios públicos, las infraestructuras y de destruir empleo

La lucha que a lo largo de este último año y medio vienen desarrollando los trabajadores de Alcoa para impedir el cierre de la planta de producción de aluminio primario y, más recientemente, el anuncio realizado por la multinacional Vestas de cerrar su planta de producción de componentes para aerogeneradores han situado en el mapa a la comarca de A Mariña.

Lo que los grandes medios de comunicación ocultan intencionadamente es que el sufrimiento de la clase trabajadora de la comarca va más allá de la destrucción de miles de empleos. En su momento se desvió el recorrido natural de la autovía del cantábrico, que une Francia con Portugal por la costa, haciéndolo pasar por un pueblo del interior de Lugo que, sospechosamente, es el lugar de nacimiento de Manuel Fraga, por entonces todopoderoso presidente de la Xunta de Galicia. Además, el único medio de transporte que a traviesa esta comarca conectando Ferrolterra con el Cantábrico es un obsoleto ferrocarril que tarda ¡8 horas para realizar un trayecto de apenas 250 kilómetros! Un aislamiento que, además de dificultar la implantación de empresas, empuja a la gente joven a emigrar en busca de un futuro digno.

Por si esto no fuera suficiente, las políticas de privatización y ataque contra el sistema público de salud que Núñez Feijóo ha aplicado en la última década se ceban muy especialmente aquí. Por un lado, y a raíz de la eliminación de A Mariña como área sanitaria, el hospital público de la comarca viene sufriendo el recorte y deterioro de servicios que finalmente padecen tanto pacientes como trabajadores. Por otro lado, la atención primaria sufre un verdadero colapso: se suprimen turnos de tarde, servicios de pediatría y de matrona, no se cubren las bajas ni las vacaciones, las citas presenciales son auténticas carreras de obstáculos e incluso ¡hay listas de espera para recibir atención telefónica!

El sufrimiento que todo esto provoca es perfectamente evitable. El cierre de fábricas y la destrucción de puestos de trabajo responde a la avaricia de unos capitalistas cuyo único objetivo es la maximización de beneficios. Lo mismo sucede con los recortes en servicios públicos fundamentales, cuyo objetivo es transferir ese dinero recortado a la cuenta de resultados de las grandes empresas. Se trata de una política consciente por empobrecer a la clase trabajadora para aumentar los beneficios de las grandes fortunas. Un proceso que vemos a lo largo de todo el Estado, desde Ferrolterra y Vigo hasta Asturias o Cádiz.

En muchas de estas zonas también vemos como cada vez que las organizaciones sindicales dan un cauce para la movilización, mediante manifestaciones o huelgas comarcales, los trabajadores responden con contundencia. Lo vimos el 10 de marzo con la huelga comarcal de 24 horas en Ferrolterra y la semana pasada con la huelga de 48 horas en el metal de la provincia de Cádiz, que se ha convertido en indefinida. ¡Miles de trabajadores tomando las calles y paralizando las principales fábricas! ¡Este es el camino!

Y también lo hemos visto en la comarca de A Mariña durante este último año y medio, impidiendo a la multinacional Alcoa la paralización de las cubas electrolíticas o realizando diferentes manifestaciones que movilizaron a miles de trabajadores, provocando que ¡tanto TSXG como el Tribunal Supremo hayan declarado nulo el ERE presentado por Alcoa!

¡Hay que continuar la lucha con una huelga general en toda Galicia!

Esta huelga general tiene que servir para señalar a las políticas desarrolladas por un PP que durante décadas lleva gobernando con mano de hierro la comunidad gallega, y muy particularmente para sacar la careta a Núñez Feijóo, ese que una parte de la izquierda pone como ejemplo de derecha razonable. Pero también, para exigir al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos que dejen de mirar para otro lado y pongan en marcha un plan de rescate para la clase obrera.

Es perfectamente posible rescatar a los trabajadores de A Mariña y del resto del Estado español a condición, eso sí, de cortar en seco y revertir los sucesivos rescates que el Estado viene realizando a la banca y a las grandes empresas (eléctricas, electrointensivas, automóvil, …) y que, como se ha demostrado, solo sirven para engrosar los dividendos que se reparten los grandes accionistas.

El Gobierno del PSOE y Unidas Podemos tiene que nacionalizar sin indemnización  las plantas de Alcoa, para desarrollar una gestión bajo control de los trabajadores. No pueden seguir apostando por una venta a otra empresa privada que, como ya sabemos a estas alturas, solo servirá para alargar el declive de estas empresas y profundizar la sangría de dinero público a manos privadas. Así mismo, el Gobierno debe exigir a la multinacional americana la devolución de todos los millones de euros que ha ingresado en subvenciones.

Con esos ingentes recursos (el rescate a la banca nos ha costado más de 60.000 millones) no solo se podrían realizar fuertes inversiones para recuperar y mejorar los servicios públicos que había antes de la crisis de 2008, sino que también se podría acometer la modernización de fábricas como Alcoa o Vestas para hacerlas viables y medioambientalmente sostenibles.

Por supuesto, las presiones de la patronal sobre el Gobierno para evitar cualquier salida en un sentido que sea favorable para los trabajadores son tremendas. Para salvar hoy Vestas de Viveiro o la planta de aluminio de Alcoa en San Cibrao lo que hace falta no son frentes comunes con la derecha y la patronal (ya sean de A Mariña, de todo el norte gallego o de toda Galicia). Esas alianzas interclasistas significan en la práctica la subordinación de los trabajadores a los intereses de los empresarios.
Por eso, es necesario que CIG, CCOO y UGT anuncien y preparen ya un plan de lucha orientado a contrarrestar esta presión sobre la base de unificar al conjunto de la clase obrera de todo el Estado en torno a esta cuestión.

En este sentido las declaraciones de Toño Niño, secretario general de CIG en Lugo, insinuando que esta huelga comarcal podría ser el preludio de una huelga general de Galicia van bien encaminadas, y teniendo en cuenta la gravedad de la situación deben ser transformadas en hechos inmediatamente. El final de la manifestación del día 17 en Burela es el escenario perfecto para anunciar una huelga general en Galicia para inicio de 2022.

El éxito de una huelga general en Galicia asfaltaría el camino hacia una huelga general todo el Estado que permitiría situar el rescate de la clase trabajadora como el punto central de la agenda política.


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