“Lo que hemos hecho ha abierto el camino para que en otras zonas se salga a luchar (...) Estamos muy pendientes de esas movilizaciones”

El año pasado terminaba con una gran victoria de las dependientas de Inditex en A Coruña. Tras semanas de movilizaciones, los patrones —los Ortega— tenían que ceder y las trabajadoras lograban una subida salarial del 25% en dos años. Tras superar el esquirolaje de la huelga por parte de CCOO y UGT, mano a mano con la empresa, la voluntad de lucha de este sector tan explotado se imponía.

Desde entonces la mecha que prendió en A Coruña se ha extendido a muchas otras zonas del Estado. Las dependientas se han cansado de no llegar a fin de mes y, tras la exitosa huelga convocada en enero por la CGT, el próximo 11 de febrero volverán a la calle en todo el Estado ante la cerrazón de la empresa a sus justas reivindicaciones y contra las maniobras desmovilizadoras de CCOO y UGT que han pactado con la empresa una miserable subida salarial del 3%.

Para hablar de todo ello quedamos con Lucía Domínguez y Verónica Rodríguez, delegadas de la CIG y del comité de empresa de Stradivarius en A Coruña.

El Militante.- ¿Qué balance hacéis del resultado de las movilizaciones?

Lucía y Virginia.- Viéndolo ahora, con la perspectiva que dan estos dos meses, para nosotras lo más importante es el cambio que hubo en la forma de pensar de las compañeras, incluso en aquellas que hasta el momento no habían participado en movilizaciones. Esta lucha ha provocado una toma de conciencia, darnos cuenta de que las trabajadoras somos capaces de conseguir las cosas, sentirnos capaces de ello y ver además que en la movilización no éramos las mismas de siempre y que a través de la participación directa en asambleas conseguimos cosas que antes parecían muy difíciles. La experiencia ha sido que, con estos métodos, sí podemos.

Esto es, además, muy importante si tenemos en cuenta lo que fue la pandemia y todo lo que pasó: el sentimiento que muchas tenían de estar “de prestado”, de verse obligadas a aceptarlo todo por la incertidumbre que había y por el miedo que se nos intentó meter en el cuerpo. Después de todo, del ambiente chunguísimo que esto generó en las plantillas, parecía que íbamos todo el rato para atrás y que imperaba el agachar la cabeza, por eso se hacía muy necesario que la gente tomase conciencia y se recuperase.

Ahora muchas compañeras nos dicen que les llama mucho la atención y están muy satisfechas de que su esfuerzo, lo que ellas han hecho, lo que hemos hecho juntas, haya contribuido y abierto el camino para que en otras zonas se salga a luchar por lo mismo, y están muy pendientes de esas movilizaciones. Este cambio es más importante aún que haber conseguido una subida salarial mayor o menor. Ver que necesitamos articularnos con compañeras de otras provincias, de otras zonas del Estado y comprobar que sí se pueden conseguir cosas.

EM.- ¿Cuáles son ahora los objetivos que os marcáis?

L. y V.- Quedan muchas cosas por hacer. No tanto en el futuro, sino en el día a día. Tenemos que estar pendientes, porque a nada que te descuidas la empresa intenta anular derechos e incumplir hasta los acuerdos que firma. A pesar de que acabamos de llegar a un acuerdo económico con la empresa, hablando por ejemplo en el caso de Stradivarius, seguimos sin conseguir las jornadas a tiempo completo, nos siguen poniendo pegas a licencias y permisos que ya teníamos asentados como derechos consolidados tales como el acompañamiento de hijos e hijas al médico, nos niegan subidas de horas para poder tener una reducción con unos ingresos dignos... Este es nuestro día a día.

Otro tema que quedó pendiente, porque Inditex se cerró en banda, son las ayudas sociales, que hay que pelear; y luego están los movimientos de la empresa con el tema de cierres de tiendas, por ejemplo. Forman parte de los cierres pactados con CCOO y UGT en 2020, pero los aplican ahora, justo después de que lográsemos arrancar la subida salarial. No es casual. El 16 de enero nos avisan, con solo unos días de antelación, del cierre de tiendas de Bershka en Vilagarcia y Pontevedra, y de Massimo Dutti y Oysho en Santiago. A la empresa le viene estupendo hacerlo justo ahora, es su forma de tratar de meter miedo y que calen en la opinión pública falsos mensajes como “tanto pedisteis que ahora hay que cerrar tiendas”, y frenar así el ascenso de la movilización en otras zonas del Estado. Con estos cierres pretenden forzar a las trabajadoras a coger vacantes “voluntarias” en otras ciudades, sin respetar horarios ni conciliación, pero se están encontrando con la misma respuesta: la huelga indefinida.


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